Los secretos de las organizaciones anti crisis

crisis económica
Mientras lee este artículo, más de 500.000 pymes cerraron en Colombia ante la imposibilidad de seguir operando por las medidas sanitarias generadas por la COVID-19.

A su vez, se llega a una cifra histórica de casi el 20% de desempleo, que sumado al descontento social y el incumplimiento de los acuerdos de paz, ha generado la tormenta perfecta para dejar a muchas personas en la total miseria y ruina, con el potencial riesgo de entrar a una dictadura.

Las recetas tradicionales para mantener a flote las empresas y el empleo como el endeudamiento, los subsidios y asesorías ya no son efectivas. Toca entonces empezar a revisar en la historia, cuáles han sido las instituciones que a pesar de grandes crisis y tribulaciones han permanecido con mucha solidez.

Me gusta mucho estudiar la historia, pues muchos de los problemas sociales que hoy padecemos, solo son una repetición de hechos no asimilados ni aprendidos del pasado, siendo un caso puntual la desigualdad.

En el estudio de la historia, me topé con unas instituciones olvidadas por la "modernidad", alejadas del ruido del mundo, pero que pueden entregar una nobles enseñanzas de gerencia para las pymes. Estoy hablando de los monasterios, instituciones creadas durante la edad media por las comunidades religiosas para dedicarse a su propósito de la oración, el estudio y el trabajo.

Por quinientos años han sabido padecer los más grandes desafíos y realidades temporales: desde guerras, pandemias, persecuciones políticas y religiosas. 
Algo particular deben tener estas organizaciones para resistir tanto y que puede ser útil a tantos propietarios de micros y pequeñas empresas, también para las organizaciones sociales.


Seis hábitos que permiten organizaciones anti crisis

Cada vez que tengo la oportunidad de visitar una comunidad religiosa o una obra social de la iglesia, no paro de observar y preguntar cómo hacen para funcionar con tan pocos recursos. Quiero compartir seis características comunes que pude encontrar:

Construir relaciones cada día:

A pesar de las ocupaciones del día, siempre debe existir un momento para conocer al otro. Sea cliente, proveedor, empleado o siervo de la obra. El conocer al otro con sincero interés permite crear lazos fuertes, incluso en tiempos difíciles. 

Es en tiempos de crisis en donde la apertura a la cooperación es vital para no perder terreno y favores recibidos.

Compartir experiencia y tiempo. Nada se gana con guardar para sí mismo

Para poder compartir primero hay que aprender a escuchar, es necesario favorecer la empatía. Cuántos clientes y negocios se pierden durante situaciones de crisis por no ponernos en la camiseta de los otros. 

Primera regla fundamental de todo buen vendedor: Si no se hacen como propios los problemas y necesidades de los otros, no podremos ayudar y servir. La misión de un vendedor es servir.

Admiro mucho la capacidad de una comunidad de monjes que ante las problemáticas asociadas a la depresión, la tristeza y el suicidio abren las puertas de su monasterio para escuchar, contemplar y tocar.

Apoyar con acciones, no con palabras

Es el servicio el que permite que exista la lealtad. Tanto que adolecemos de este hábito porque no hace parte de la cultura organizacional, no sale de manera natural, únicamente cuando se vuelve una obligación, cuando existe un reclamo o una insatisfacción de los grupos de interés.

Ojalá ese servicio fuera la consecuencia del saber construir relaciones, el escuchar y ser empático para estar siempre pendiente del bienestar del que compra, provee y facilita.

Ser el primero en ayudar a los demás

Anticiparse a las tragedias es un arte de la estrategia. Muchos de nuestros clientes perdieron sus fuentes de ingreso, podemos hacer mucho por ellas: proveerles productos que atiendan sus necesidades básicas. facilitar medios de compra. 

Favorecer siempre el concepto de la calidad. Porque el hecho de que sea un producto básico y de márgenes bajos, no quiere decir que deba ser un producto que no asegure la dignidad del que lo necesita.

Ser el primero en ayudar a los demás implica aprender a incomodarnos, a entender que el juego de la ventaja competitiva no es un asunto de utilidades sino de ser comunión.

Valorar las ideas de todos

Nada se gana un director ejecutivo al querer encerrarse en su oficina tratando de resolver las causas de la crisis como un general solitario. Todo lo contrario, es en la adecuada comunicación ante las crisis, que las personas aportan más y se esfuerzan más en defensa de su casa, su lugar de trabajo y su fuente de provisión.

Algo que hacen todos los monjes es escribir sus memorias. No lo hacen sólo por iluminación, lo hacen para preservar las enseñanzas que han de pasar a una nueva generación. En las pymes, cuando no se documenta un proceso, se pierde conocimiento vital para confrontar las adversidades.

Cuando existe fraternidad no hay competidores

Total absurdo es, que mientras un territorio se sume en la más tremenda pobreza y miseria, unos pocos quieren sacar ventaja de la quiebra de un competidor.

Aprendamos de las comunidades religiosas: durante una crisis o situación de peligro nadie pasa necesidad. Se ama por igual a los amigos y enemigos, pues el problema de una crisis sanitaria es de todos.

Espero que estas lecciones sean de utilidad para sus empresas



¿Su empresa está pasando por una crisis?

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